Debido a este complejo de viento (soplando de aquí para allá) que me infectó durante un montón de años, tuve la oportunidad de conocer muchas personas y establecer relación con gente extraordinariamente disímil entre sí.
Con cierta tendencia a sufrir algún desequilibrio en tiempos de crisis, he descubierto que mi espíritu tiende a desestabilizarse en la presencia de ciertas personas forzándome a tomar caminos que, sin ayuda de alguno que otro arranque emocional, no habría tomado.
Es como si, sabiamente diría yo, el padre haya desconfiado de mi habilidad de controlar las emociones y haya decidido entregar las llaves de las mismas a ciertas personas más versadas que yo en el tema. Generalmente, tal vez por algún motivo sobre el que deberé elucubrar en una entrada posterior, el universo a otorgado este poder a mujeres.... ¡Santo Pacho Bendito! diría mi finada abuelita Julia.
En general, he logrado identificar tres llaves que liberan un conjunto específico de emociones. Trataré de resumir lo poco que sé del poder de cada una de ellas:
1.
La llave de los demonios: La gente con esta llave, posee una habilidad extraordinaria de hacerme enojar hasta que se me broten las venas de la frente y que 5000 años de evolución se evaporen en las ganas de solventar discusiones a punta de garrotazos. Hay muchas llaves de estas repartidas por este mundo de Dios.
2.
La llave del Tártaro: Sip, la llave del sitio donde se sufre y se castigan las almas pecadoras por la eternidad. Las personas con esta llave tienen la facultad de crear heridas en el alma y meter el dedo profundamente en la llaga provocando mucho dolor, la mayor parte de las veces sin siquiera proponérselo. Me he encontrado en mi caminar con un par de mujeres a quien el azar universal las dotó de este poder... y vaya que es una gran poder, tengo un par de cicatrices tamaño familiar como testigos.
3.
La llave de Shangri-La: Gente con un brillo propio, especial, capaz de estabilizarme y contrarrestar los efectos del uso de las otras llaves llevándome a ese sitio de relax y eterna felicidad. Día a día he pedido al padre poner a mi alcance a personas con esta llave y, por su gracia, generalmente han llegado a mí en momentos de crisis y necesidad. La mayor parte de mis relaciones han sido con mujeres poseedoras de esta llave y los mejores momentos de mi vida han sido con una de sus poseedoras a mi lado.
En realidad no sé como funcionó eso de la repartición de llaves. Durante toda mi vida me he encontrado con quien las tiene. Inclusive hay personas con más de una que tienen la facultad de provocar un sube y baja emocional de Padre y Señor mío. Y, Dios me ayude, hace poco conocí (por vez primera en mi vida) una hermosura de chica a quien, vaya usted a saber porqué, se le otorgó la custodia de las tres llaves y, para colmo, una habilidad celestial para usarlas según su conveniencia y designio. ¡Comprenderán que me tiene hecho pedazos!... Gracias al señor nuestra relación no ha superado la de vecinos y o compañeros (por ella, si por mi fuera.... mmmm)
Invariablemente, personas con estas llaves se han aproximado a mí en momentos cruciales de mi vida logrando, de alguna manera, direccionarla por rutas que no hubiera tomado sin conocerlas. Muchas de esas personas llegaron en su momento, hicieron su trabajo y se fueron. Algunas todavía están aquí, guiándome, ayudando en mi diario caminar...tal vez algún día se vayan también, tal vez no. El hecho es que llegaron a mí porque era necesario y agradezco todos los días al padre por ello.
Muchas de esas personas llegaron a mí como respuesta colateral a mi propio contexto, otras (caso de esta chica tri-campeona y superpoderosa) como respuesta sobredimensionada a un pedido directo de mi corazón urgentemente necesitado de complemento. El hecho es que esas personas, físicamente presentes o no, forman parte de mi yo actual (del que estoy bastante satisfecho) y agradezco mil y un millón de veces al Padre por eso.
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