La noche reina..

Finaliza el día y ya la noche llega. Es hora de vaciarme, de dejar atrás las oscuridades... de sumergirme en el perdón. Ya la noche reina y, como medicina universal, es hora de dejar que ella venga a mí. Es hora de que su ausencia invoque su presencia y venga nuevamente a rescatar mi espíritu del infierno que le adormece.

Ya la noche reina y ella viene. El aire, cómplice solidario, trae hasta mi rostro reminiscencias del aroma a vainilla, chocolate y miel de su perfume.  Perfume que tan bien conozco y que juguetea con mi imaginación, dando pistas sobre el verdadero aroma de la angélica piel que tanto extraño sin haber tenido.
 
Ya la noche reina y siento su presencia. Siento en el piso memorias de sus pequeños pies descalzos, ejecutando coreografías de amor y deseo, en esa mágica danza en que ha convertido su andar.

Ya la noche reina y sus paredes la traen a mí en las historias que cuentan. Historias de sus propias noches de recogimiento, noches en que exhibe su sensual desnudez de diosa, al inútil espectador de su propia soledad.

Ya la noche reina, y ella está aquí.. en la huella de sus formas que deja adivinar su cama. En el egoísta silencio de sus cobijas prolijamente dobladas, que guardan para si la experiencia de haber podido custodiar el calor de su cuerpo en estrecho abrazo.

Ya la noche reina, y ella viene a mí. Tomando el lugar que se ha construido en mi corazón, avanzando a cada rincón de mi alma, iluminándola, limpiándola... curándola. Poco a poco, su esencia ocupa el lugar de todas esas oscuridades que me atormentan, espantándolas, disgregándolas... amputándolas de mí.

Ya la noche reina, y ella plena mi alma.. no dejando lugar para mis demonios, para los fantasmas de mi pasado y presente. Ella está aquí, en mi espíritu y en mi mente... y ya no hay espacio para nada más.

Nada es perfecto claro, siempre queda un breve espacio. Un lugar allí en lo más recóndito del corazón.. un espacio que no acepta avatares. Un espacio en el que las metáforas son solo cuentos y la imaginación no tiene cabida. Un breve espacio que solo su presencia física puede llenar... Un breve espacio en el que no está.
 
Ese pequeño espacio vacío en mi alma, es mi conexión con la realidad. Una realidad en la que no soy yo el espectador de su desnudez, una realidad en la que sus danzas alegran otro corazón y su calor entibia otra piel. Una realidad en la que ella viene a mí solo como sombras y recuerdos.
 
Pero nada más puedo hacer que mantener vivo ese pequeño espacio que alimenta su ausencia, mantenerlo vivo para no perder el contacto con la realidad y nada más. Es que sacarla de mí es vaciarme por completo y permitir que la oscuridad me consuma... de verdad, prefiero compartirla antes que vaciarme y convertirme en nada.

Interprete: Pablo Milanés
 


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